Una de las figuras en el mundo automovilístico que causó tanta conmoción como la leyenda brasileña recordada: Ayrton Senna.
Para muchos profesionales, el piloto brasileño fue el más rápido del mundo, y en el año 2009, la aclamada revista Autosport publicó una lista con los mejores pilotos de la historia, y fue nada menos que Ayrton Senna quien encabezó el primer lugar de la lista. Su estilo carismático, determinado y toda su dedicación, le ganaron adeptos alrededor de todo el mundo; es difícil encontrar un piloto tan querido como Ayrton. Sobre todo por sus labores activistas: Senna sintió durante su vida un gran deseo de ayudar, lo cual lo llevó a crear el Instituto Ayrton Senna, que se dedica a asistir a niños y familias brasileños de bajos recursos. Actualmente, su hermana Viviane administra la organización.
Documental sobre Ayrton Senna
El documental Senna, lanzado en el 2010 por la cadena ESPN y distribuido por Universal Studios. En este, podemos conocer más sobre la vida íntima, los logros, y sobre todo, la legendaria rivalidad entre el piloto brasileño y el francés Alain Prost. Durante el film, se deja entrever un supuesto favoritismo por parte del presidente de la FIA hacia Prost, por encima de Senna. Sin duda un must no solo para los fanáticos de la velocidad en ruedas, si no para cualquiera que disfrute una buena pieza de arte.
Sin embargo, lejos de la filantropía, el carisma y la rivalidad, lo que realmente pasa a la posteridad es el talento único que Senna tuvo al volante. El piloto de Toleman, Lotus, Williams y McLaren, fue tres veces campeón del mundo en la Fórmula 1 en los años 1988, 1990 y 1991, acumulando un total de 41 victorias (por ganar en segundo, tercero y cuarto lugar en distintas ocasiones). Durante el Gran Premio de Italia en el 2000, Schumacher logró igualar a Ayrton en cantidad de victorias; y al comentarle este hecho en una rueda de prensa al final de la carrera, éste no pudo contener las lágrimas.
Tristemente, Ayrton Senna perdió la vida la corta edad de 34 años en un accidente mortal durante el Gran Premio de San Merino en 1994, cuando el automóvil que conducía no tomó la curva y salió de la pista en línea recta a una velocidad de 305 kilómetros por hora, lo cual ocasionó que la llanta derecha saliera e impactara contra su casco, y un perdigón de la llanta de atrás le atravesó el casco, fracturando el cráneo de forma fatal.
